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“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”

Benjamín Franklin.

Hace muchos años en mi época de educación elemental todos y cada uno de los profesores y por supuesto mis padres decían; “Tienes que ir a la escuela para que seas alguien en la vida”. En lo particular a mi me aterraba escuchar eso porque muy dentro de mi pensaba, ¡Pobre señora Soledad!, ella no fue a la escuela y entonces eso quiere decir que no es nadie en la vida y me ponía a pensar en la gente que conocía, gente ya adulta en ese entonces que no había podido ir a la escuela pero que a pesar de ello había podido salir adelante e incluso tenía una mejor posición en muchos aspectos que otras personas que sí habían podido tener una formación académica y eso me causaba un gran conflicto y un enorme signo de interrogación en la cabeza porque lo que me decían mis maestros y mis padres, no cuadraba con lo que yo veía.

Si bien es cierto que la formación académica es muy importante, no te hace ser “alguien”, en la vida. Uno ya es por el simple hecho de existir, aquí el verdadero reto no es acumular el mayor número de conocimientos posibles y almacenarlos, aquí el reto es aplicar esos conocimientos a nuestra vida, empezar a trasladar esa educación académica a nuestra educación formativa y ser mejores personas.

La educación formativa es la que verdaderamente te “hace ser”, es aquella que nos transmiten nuestros padres o aquellas personas que se hayan encargado de nosotros desde casa, esos hábitos, valores, costumbres, gustos, ideologías, límites, métodos y formas y que nosotros vamos moldeando a lo largo de nuestra vida y vamos desechando y conservando al mismo tiempo lo que creemos conveniente y que en la medida de lo posible necesitamos trabajar para llegar a ser esas personas que tenemos en mente. Esto es nuestra responsabilidad y de nadie más.

Conozco muchas personas que han logrado llegar a donde se propusieron, incluso en las condiciones más extremas y lo han logrado con mucho éxito. Y no hablo sólo del éxito profesional o monetario, hablo de éxito en cada una de las vértices de su vida. Son hombres y mujeres con un común denominador: una educación formativa sólida y que a pesar de no tener un largo historial académico, por supuesto que “son alguien en la vida” y en la vida de muchos.

Con esto no quiero decir que la escuela o la formación académica no sea importante. Es MUY importante pero toda esa información recopilada y asimilada debe ser aplicada y debe de ayudarnos a cambiar nuestra mentalidad, debe ayudarnos a ser más sabios y tolerantes, a mantener una actitud positiva y a entender a los demás, con esto es con lo que podemos tener una educación formativa sólida y poderla transmitir también a la gente que nos rodea, de esta manera empezamos a trabajar por nosotros mismos, lo transmitimos y por ende todo empieza a mejorar.

No dejes que los miedos, los prejuicios, los inconformes y pesimistas formen parte de tu educación formativa. Deséchalos. Lo importante de nuestra formación precisamente es vivir, involucrarnos, probar, hacer, deshacer, caernos, levantarnos, reír, llorar, compartir, dar y recibir para ser mejores seres humanos que provoquen mejores padres, hermanos,  maestros, amigos, empresas, escuelas, instituciones, gobiernos y hasta mejores países.

  • No veas este último párrafo cómo algo que suena muy bien para ser verdad. Si lo ves así  es síntoma de que tu “educación formativa” no anda muy sólida que digamos y que hay que empezar a trabajar inmediatamente para fortalecerla.
  • Rodéate de gente positiva, gente que está haciendo algo por si misma y que consideras que con sus acciones es un “ser humano bien formado”.
  • Date la oportunidad de aprovechar tu educación académica dentro de tu educación formativa.
  • Se dice que nunca es tarde para aprender, ahora digo al mismo tiempo que nunca es tarde para aplicar, para accionar para simplemente ser.