Seleccionar página

La fotocopiadora común de oficina usa un proceso conocido como xerografía, término que se deriva de palabras que en griego antiguo significan «escritura seca». Funciona por un tipo de fotografía eléctrica.

En el corazón de la fotocopiadora hay un tambor giratorio de metal recubierto con un material que conduce electricidad si la luz incide sobre él. Cuando está oscuro, el tambor gira frente a un alambrito que conduce carga eléctrica de alto voltaje, lo que permitirá que el tambor se cargue con electricidad estática. Una luz brillante ilumina el documento que debe ser copiado y un espejo proyecta esta imagen. Cuando el documento es blanco papel sin impresión la luz incide sobre el tambor y retira la carga estática.

El tambor sigue cargado en las zonas que corresponden a partes negras en el original, donde la luz no llega. Un fino polvo negro llamado toner, que conduce la carga eléctrica opuesta, es atraído hacia las áreas cargadas del tambor, y después es transferido a una hoja de papel en la que se funde por medio de un rodillo calentado. Parte de este calor puede sentirse en el momento en que la fotocopia sale de la máquina.

La fotocopiadora fue patentada en 1938 y la compañía estadounidense Xerox la comercializó en 1947; su uso se popularizó en la década de 1960. Las fotocopiadoras modernas pueden copiar documentos de tono continuo como fotografías, copiar a color, copiar por ambos lados del papel y agrandar o reducir las copias.