Dentro del perfil de los ancianos asistidos, están aquellos que tienen necesidad de ayuda, no por deterioro físico, sino por el deterioro cognitivo. En algunos casos, como en los tipo Alzheimer, el deterioro físico aparece bastante después del cognitivo.
No me voy a entretener en contaros cuáles son los grados evolutivos de este tipo de patología. Ni tampoco en los programas de fisioterapia destinados a enlentecer la aparición de los déficits físicos y/o funcionales. Ya están recogidos en la literatura.
En este momento tengo diez pacientes con Alzheimer en programa de fisioterapia. Pero, concretamente dos, no lo están por esta patología. Ambos se cayeron y se rompieron la cadera (si, no de esos que dicen que se cayó porque se rompió la cadera).
En ambos casos, hablamos de personas que caminaban previamente. Y lo hacían sin ayuda ni de una persona ni una mísera ayuda técnica. Es más, uno deambulaba incansablemente.
A los pocos días de operarlos, nos los devolvieron del hospital. Con el apoyo autorizado y la recomendación de “marcha progresiva, en función de las posibilidades”. Suena bien.
Pero el caramelo no es tan rico.
Porque ¿Cómo le explicas a una persona con un importante problema de comunicación el ejercicio, los objetivos, la progresión, etc?
¿Cómo lo afrontas? La base es la misma. Evalúas, planificas tus objetivos y estableces tu progresión terapéutica.
A continuación te acercas y le saludas como si fuera tu vecina o vecino. Mientras le hablas de su pueblo o le preguntas por su familia -a la cual dices conocer desde la más tierna infancia-. O aceptas la personalidad o relación familiar que te asigna. Y empiezas a realizar tu trabajo, aunque desde fuera parece que juegas, bailas, abrazas, colocas la ropa, el calzado o los pantalones.
Es muy difícil hacer esos ejercicios tan majos que hemos aprendido. Le hablas de lo conocido, de lo que te ha contado la familia y el personal de atención directa. Y rezas porque no se le crucen los cables. Esos cambios bruscos de estado de ánimo dificultan enormemente el trabajo del fisioterapeuta.
Porque te puede suceder que se empeñen en arrearte una “yoya” tras otra, o empujarte, o arañarte. O puede que te digan, empujando en sentido contrario a lo que quieres que haga “Tú lo que tienes es una pedrá en la cabeza”.
En geriatría la anatomía, la fisiología, la biomecánica y demás asignaturas básicas, se quedan… fuera de juego. Tienes que pasarlas por el tamiz de los años, de las patologías y de las adaptaciones. Familiarizarte con las patologías que pueden influir indirectamente en tu tratamiento, igual que la medicación. Aquí no es “una cadera rota” lo que tratas. Es IMPOSIBLE no ver la persona en su globalidad. Si lo haces, estás condenado a fracasar.
No buscas un ángulo de tantos grados, sino que camine, se levante, se mantenga de pie. Que no se queden sentados. Porque las consecuencias a todos los niveles, son devastadoras.
Aunque la sesión de tratamiento se parezca más a Matrix.