Seleccionar página

Prácticas para delimitar un sector y precisas para imprimir un estilo en el ambiente, las alfombras pueden darle ese toque singular a cualquier ambiente de la casa. Ahora que estamos en pleno invierno (temporada que nos invita especialmente a disfrutarlas), les brindamos algunos tips que van a ayudarles a elegir la más adecuada para cada espacio.

COMEDOR.
Si quieres colocar una alfombra debajo de la mesa del comedor, es recomendable tomar su tamaño como referencia. Medila y agregale un metro a lo largo y un metro a lo ancho. Así, colocando la mesa centrada sobre la carpeta, te vas a asegurar que las sillas puedan moverse con comodidad y sus patas no queden afuera (en desnivel) al sentarse.

LIVING. Un recurso habitual para sectorizar el living es utilizar una alfombra. Para esto hay que tener presentes algunos detalles:

– El tamaño de la alfombra debe ser coherente con el resto del mobiliario; por ejemplo, para un sofá grande se recomienda una alfombra amplia;

– El resto de los textiles involucrados en el espacio (tapizados, cortinas, etc.) deben guardar cierta armonía entre sí, ya sea a través del color, textura o estampado;

– Si quieres que este ambiente sea de relax, se recomienda elegir colores que disimulen las posibles manchas: los obispos, ladrillos, azules oscuros y chocolates son algunas buenas opciones.

PASILLOS. Antes, estos espacios solían ser oscuros y casi sin decoración. Desde hace un tiempo han tomado cierto protagonismo. Una buena alternativa para embellecerlos es ubicando una alfombra larga y angosta. En estos casos, lo importante es colocarles un antideslizante para evitar posibles accidentes.

NATURALES O SINTÉTICAS. Esta decisión depende del uso que se les desee dar y del presupuesto con el que se cuente. Las tejidas con fibras naturales son más clásicas y costosas, por lo que resultan el complemento perfecto para dar un aire exclusivo a cualquier espacio. Pero las alfombras acrílicas, de propileno o de nailon, son más fáciles de conseguir. Además presentan diseños y propuestas bonitas.

DE LANA. Las alfombras de lana son súper clásicas. Ofrecen textura, durabilidad y confort. Las más preciadas son las anudadas a mano y realizadas en telares de forma artesanal, lo cual hace que cada pieza sea única. Las más novedosas, como las de fieltro, son muy originales y dan un aire más actual.

DE ALGODÓN. Estas alfombras son cómodas y funcionales. Son ideales para espacios informales y ambientes como el dormitorio infantil, el baño o el vestidor. Además, son frescas, por lo que resultan perfectas para los meses de verano. Un detalle importante: su poco peso exige que se coloque debajo una base antideslizante.

LOS NUEVOS MATERIALES. En materia de alfombras, los materiales plásticos como el PVC, el polietileno o el vinilo son la vanguardia. Resistentes a las manchas y a la humedad, resultan perfectos para ciertas zonas de la casa como la cocina. También son ideales para el exterior, pues no se estropean con la exposición al sol o la lluvia.

TIPO DE PELO. El pelo largo ofrece una superficie más mullida y transmite mayor sensación de comodidad y calidez. Sin embargo, estas alfombras se convierten en unos auténticos “atrapapolvos”, razón por la cual necesitan una limpieza más frecuente, casi diaria, y las manchas son más complicadas de eliminar.

Si te decides por una alfombra de pelo largo, colocala en una zona de uso poco frecuente a la que quieras dar un aire acogedor, como un rincón del salón. En contraposición, las alfombras de pelo corto son más limpias y pueden ser colocadas en espacios de mayor tránsito.

LAS MEDIDAS JUSTAS. El tamaño de la alfombra es tan importante o más que su color o su diseño. En la sala de estar, debe guardar proporción con los sofás y sobresalir unos centímetros por cada lado. En el comedor, lo ideal es que supere el perímetro de la mesa entre 50 y 80 cm por cada lado, para que todas las sillas estén situadas dentro de sus límites.

EL COLOR. La tonalidad de la alfombra elegida puede transformar una estancia. Los tonos cálidos transmiten confort y energía, mientras que los fríos, como el azul, el verde o el lila, consiguen que los ambientes resulten más relajantes. Los colores claros y neutros proporcionan amplitud al espacio, pero se ensucian más.