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Para comenzar, tenemos que dejar claro que ambos son misiones diplomáticas. La Embajada es una representación de su Gobierno en otras Naciones, no así el Consulado que es de menor grado. Es por esto que cumplen distintas misiones y funciones.
Una Embajada es la representación oficial de un país en otro país anfitrión y lo componen un grupo de personas encabezadas por el Embajador.

El territorio que ocupa la Embajada se considera propio de ese país. Su misión es velar por los intereses de su país en el país receptor o anfitrión, promover las relaciones amistosas entre ambas naciones, fomentar su desarrollo económico, cultural, científico, etc., preparar visitas de estado, tratados tanto comerciales como políticos, entre otros.

La Embajada tiene solamente una cede en el país receptor y generalmente es en la capital del Estado, a cambio de los Consulados que pueden haber más de uno en dicho país y generalmente en las ciudades más importantes.

El Consulado es de menor grado y las oficinas son territorio del país anfitrión; no representan al país, sino que son dependencias del Ministerio del Exterior del Gobierno de un país. El Cónsul es la persona que encabeza el Consulado. Funciona a veces como una delegación de la Embajada, donde recolectan los trámites que se llevan a la Embajada, y otros menesteres; son los encargados de tramitar visas y permisos para personas que deseen visitar su país. Otras funciones de los Consulados son prestar asistencia y ayuda financiera a los compatriotas indigentes o en otra situación de emergencia, además de cuidado de los compatriotas detenidos o encarcelados y vigilancia sobre la legitimidad de los procedimientos judiciales. Los Cónsules no tienen la inmunidad de los Embajadores.