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Si tuvieras que reproducir a mano cada uno de los documentos importantes que posees para tener un duplicado de ellos, probablemente quedarías fastidiado; esto mismo le pasó a quien facilitó la labor, estableciendo las bases para el desarrollo de la fotocopiadora.

Es a Chester Carlson a quien se hace referencia, un abogado nacido en Seatlle que no quiso seguir trabajando a mano y decidió dejar de lado también al mimeógrafo.

Según el portal Quo, Carlson enfocó sus esfuerzos en realizar experimentos de fotoconductividad, que facilitara la labor de crear duplicados exactos.

Estos esfuerzos suyos derivaron en la invención de la electrofotografía, la cual es la base del funcionamiento de las fotocopiadoras.

CÓMO FUNCIONAN

De acuerdo con la fuente mencionada, las fotocopiadoras funcionan gracias a que debajo del vidrio donde se coloca el documento original hay un tambor fotoconductor que se carga con energía positiva cuando se enciende la máquina.

Luego, la lámpara del aparato ilumina el aparato, permaneciendo las partes que tienen color o letras, que son oscuras, cargadas negativamente.

Posteriormente el tóner se esparce por encima de la imagen que captó la lámpara y, como su carga es positiva, es atraído por las partes con carga negativa del documento, fijándose ahí y dejando también algunos espacios en blanco.

Finalmente el tóner se derrite y se queda en el papel gracias a rollos de presión y calor, lo que explica porque inmediatamente las copias están calientes.

ÉXITO COMERCIAL

Aunque resulte difícil de entender, en un principio, las fotocopiadoras no eran un producto comercial rentable y su desarrollador tuvo que enfrentar varios rechazos hasta que una firma se interesó en su aparato.

Esa firma fue Haloid, ahora Xerox, con la que lanzó al mercado la fotocopiadora Xerox 914, en 1960.