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De entrada, los tratamientos farmacológicos no cesan de mejorar. Por ejemplo, hay investigaciones en curso para remediar las anomalías del endotelio (una fina capa de células de la pared interna de los vasos sanguíneos).

Estas anomalías fragilizan la placa de ateroma aumentando el riesgo de romperse y contribuyendo a la formación de trombos.

También la cirugía cardiaca ha hecho progresos importantes. Cada vez se opera a personas de más edad y con mayor seguridad; se puede hacer un bypass a personas de 90 años. Se desarrolla una cirugía del corazón menos invasiva en detrimento de la de corazón abierto, así el tiempo de reanimación es más corto y las personas no sufren los problemas de memoria después de la operación (consecuencia de la circulación extracorpórea). A esto se añaden los progresos de la miniaturización y la robótica. Ya los robots reemplazan las manos del cirujano en ciertos casos.

Las ventajas son enormes: el brazo del robot gira 360 grados y llega más lejos que la mano, se limitan los riesgos de infección, se disminuyen las transfusiones, pues esta cirugía se hace con incisiones más pequeñas, etc. Todos estos avances son esenciales.

¿En qué estado se encuentra la investigación de las enfermedades coronarias?
Entre los trabajos más espectaculares se pueden citar las tentativas de regeneración de los tejidos del músculo cardiaco (miocardio) después de un infarto. La idea es la siguiente: inyectar en las arterias coronarias células madre extraídas de la médula ósea, entre otras, que van a transformarse en células miocárdicas con el fin de reconstituir al máximo las zonas del miocardio destruidas por el infarto. En España, ya ciertos centros especializados van a aplicar pronto este principio; con el consentimiento de los interesados, por supuesto. Todavía no se sabe si las zonas regeneradas de este modo tendrán finalmente la misma calidad que el músculo original, pero una zona que se contrae siempre es mejor que una placa fibrosa.

¿Cuáles son los grandes retos del futuro inmediato?
Las enfermedades cardiovasculares, como el cáncer, son enfermedades que se desarrollan con poco ruido, no se forman en un año o dos. Cuando se manifiestan, las alteraciones ya son en general graves. Los tratamientos han tenido progresos considerables, pero hay que mejorar los aspectos predictivos y preventivos. Determinar con más detalle los riesgos de tal o cual persona, sobre todo desde el punto de vista genético. Y si se encienden las «luces naranja», empezar a tratar lo más pronto posible para evitar que se desarrolle la enfermedad. Estas orientaciones competen a su médico, pero su acción es limitada si la persona mantiene un estilo de vida que deteriora el cuerpo. Las enfermedades cardiovasculares son la conjunción del envejecimiento y de ciertos factores de riesgo. Estos últimos no tienen solamente un efecto de adición, sino un efecto multiplicador. El hecho de eliminarlos siempre dará sus frutos. Y aún más si se hace antes de tener un infarto.

Dr. Philippe Maurin, cardiólogo del centro hospitalaro de Mende, Lozere, Francia.